Fútbol y Poder (Tercera Entrega)

Dice Eduardo Galeano en su obra “El fútbol a sol y sombra”: “mientras que Mussolini inauguraba, en Italia, el segundo Campeonato Mundial de Fútbol. Los carteles del campeonato mostraban un Hércules que hacía el saludo fascista con una pelota a sus pies. El Mundial del 34 en Roma fue, para il Duce, una gran operación de propaganda. Mussolini asistió a todos los partidos desde el palco de honor, el mentón alzado hacia las tribunas repletas de camisas negras, y los once jugadores del equipo italiano le dedicaron sus victorias con la palma extendida.”
Y es difícil describir la situación de otra forma, la Copa del Mundo debía quedar en Italia y así fue, presiones y amenazas de muerte a jugadores rivales y “reuniones” con árbitros buscando favorecer a los locales (se dice que el árbitro del partido final cabeceó una pelota para despejarla del área Italiana) fueron los mecanismos.
Goles fuera de juego, penales no sancionados, infracciones obviadas, anotaciones anuladas y una vergüenza histórica.
Casi el 90% de las localidades para la final fueron ocupadas por miembros del Partido Fascista Italiano, el seleccionado italiano recibiría además de la Copa Jules Rimet un trofeo de bronce, la "Coppa Del Duce", todo un símbolo del nefasto segundo mundial.