¿Qué es de la vida de...?

Hablaremos hoy de dos jugadores que ocuparon el arco carbonero en diferentes momentos, tuvieron buenos y malos momentos, pero en la condición de ocupantes del puesto más injusto del campo todos los recordamos por sus errores y no por sus aciertos.

Si indicamos que uno de ellos fue portero mundialista quizá las expectativas vayan en aumento, pero tranquilos, se trata sencillamente de Federico Elduayen, seleccionado como tercer portero en el plantel que Víctor Púa llevó al mundial 2002. Dos justificaciones se nos plantean como posibles, en primer punto el correcto desempeño del futbolista en aquella época, pero también las extrañas decisiones que el entrenador celeste de aquel entonces ejecutaba, recordemos por ejemplo la exclusión de Washington Tais, titular durante gran parte de la eliminatoria y el desastroso desempeño de su sustituto; elementos que nos generaban preocupación sobre el estado psicológico del DT.

Federico juega actualmente en el fútbol chileno (Universidad de Concepción) y el otro personaje "homenajeado" en este artículo se encuentra hoy en ese deporte parecido que se juega en centroamérica, más precisamente en Honduras: Juan Obelar el actual cancerbero del Marathon.

Durante varias temporadas compartieron planteles carboneros, en ese lapso los hinchas teníamos épocas donde la confianza en el '1' era completa y otras donde el arco de Peñarol era enorme, incluso estuvimos al borde de pedir que se nos permita atajar con los dos a la vez, puesto que aún así daríamos ventajas.

Ambos quedarán en nuestra memoria por la importancia que tuvieron en torneos internacionales, siendo fundamentales... para la eliminación de nuestro equipo.

 

Juan pudo ser el portero de Peñarol en los cuartos de final de la Sudamericana 2004 pero tuvo otros planes, dejó que un remate sin pretensiones (que había picado nueve veces antes de llegar al arco y que en la parte mas potente de su trayecto traía la velocidad del 'Pibe' Valderrama jugando lesionado en la altura de Potosí) clasificara a Cerro Porteño. Por su parte Federico fue incapaz de resistir aquel disparo del atacante ecuatoriano que remató desde el living de su casa en Quito y puso el gol clave para la clasificación de Liga a la fase de grupos de la Libertadores 2005.

Viendo esto en la actualidad, con el análisis descomprimido que permite el paso del tiempo, suena justo decir que hemos tenido porteros sensiblemente peores y los ejemplos están frescos en nuestra memoria, pero los dos homenajeados en esta oportunidad son un 3,5 en la escala que marca el 10 como la excelencia.