"No se porque, imagine que estamos unidos y me sentí mejor... Pero aquí estoy tan solo en la vida que mejor me voy" las primeras frases de una gran canción, y en cierta medida lo que mejor refleja la desconfianza que me genera el movimiento de jugadores en el Carbonero. Los empresarios no suelen ser personas que van por la vida regalando favores, pero en este mes parece que Casal es una especie de monje tibetano que pasa sus días convenciendo a sus empleados (que es en definitiva lo que resultan ser sus representados) de que alcancen acuerdos con el Club Atlético Peñarol, escasos meses después de una ruptura de relaciones que parecía insalvable. Posiblemente sea solo mi excesivo escepticismo pero creo que tarde o temprano vamos a tener que pagar estos favorcitos, y esperemos que sea solamente con dinero, no me asombraría ver en futuras campañas electorales la fórmula "Casal - Damiani", aspirando al sillón que históricamente estaba reservado para personalidades que daban su vida para el bien de la institución.
Arribarán: Omar Pérez, Damián Frascarelli, Diego Fernández, Ruben Olivera, y Fabián Estoyanoff.
Seguimos naufragando entre la desconfianza y la resignación, porque algunos eligieron unirse antes que seguir peleando contra ellos.
Seguimos naufragando entre la desconfianza y la resignación, porque algunos eligieron unirse antes que seguir peleando contra ellos.
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